Los ruidos se pagan… incluso en verano

La vida veraniega altera muchas de las conductas que llevamos a cabo el resto del año: las noches de terrazas, la sobreexplotación del aire acondicionado, los planes hasta altas horas de la madrugada… Todo ello tiene sus consecuencias, entre ellas una devastadora para el entorno que los rodea: el ruido. Las actividades relacionadas con el ocio veraniego y el aumento de los decibelios van muy de la mano, sobre todo en aquellos planes nocturnos que buscan eludir el sofoco de las horas diurnas, lo que puede generar un tremendo malestar entre vecinos y demás.

El mundo del derecho no es indiferente a esta problemática. Y es que existen varias normativas reguladoras del asunto -europeas, nacionales o municipales- que pretenden gestionar el ruido en diferentes aspectos. Así, se establecen criterios objetivos, relacionando con el número de decibelios con otras variables como la franja horaria en la que se den -diurna o nocturna-, o la zona -industrial, residencial, etc-.

Los ruidos veraniegos suelen tener, entre otros, tres orígenes claros -vecinos ruidosos, terrazas o discotecas, y aires acondicionados- que hoy analizamos desde una perspectiva jurídica:

Vecinos ruidosos

El verano es dado a esas cenas que se alargan con interminables sobremesas o fiestas de particulares en su propio domicilio, lo que puede llegar a perturbar gravemente el descanso del resto de vecinos. Se trata de una situación problemática que podremos encarar de varias maneras: antes de judicializar el asunto, conviene procurar llegar a un acuerdo con el vecino en cuestión, o si esto no resultara posible comunicar una queja formal al presidente de la Comunidad de Propietarios.

Si esto no resultara suficiente para frenar los molestos ruidos, tendremos que pasar a la acción mediante vías más directas, como la denuncia. Para ello, el factor esencial es la capacidad probatoria de que los decibelios que se emiten superan la normativa competente en el lugar, y para ello tendremos que llamar a un perito que se encargue de certificarlo, o a la propia policía.

Terrazas o discotecas

En verano este tipo de negocios hace ‘su agosto’ -nunca mejor dicho-. Y es que la proliferación de turistas, las vacaciones laborales, así como las condiciones climáticas invitan a acudir a bares y terrazas a disfrutar de las noches veraniegas. Sin embargo, se da una situación paralela a la del apartado anterior, con una solución muy similar. Para frenar estos incómodos ruidos que alteran nuestro descanso tendremos que denunciar igualmente los hechos, que podrán ser efectivamente sancionados o no en función de los criterios establecidos por la Ley 37/2003, de 17 de noviembre del ruido:

• Las circunstancias del responsable
• La importancia del daño o deterioro causado
• El grado del daño o molestia causado a las personas, a los bienes o al medio ambiente
• La intencionalidad o negligencia
• La reincidencia y la participación

Aires acondicionados

Los dispositivos de aire acondicionado suponen un verdadero bálsamo frente a los cada vez más calurosos veranos que afrontamos. Sin embargo, una instalación defectuosa o un mal mantenimiento pueden ocasionar ruidos o focos de calor realmente molestos. De esta manera, pese a tratarse de un asunto igualmente denunciable, existe una forma de solucionarlos más particular que en los dos casos anteriores, pues los baremos de lo aceptable o no vienen determinados por la regulación municipal. Ello supone que el criterio será distinto en cada municipio, aunque existe un mínimo aceptable que viene establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS): 75 decibelios como máximo.

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