La crisis triplica las renuncias de herencias desde 2007, según el Notariado
El llamado Impuesto sobre Sucesiones –que puede resultar muy caro o casi gratis en función de lo que regule cada comunidad autónoma– o las deudas acumuladas en vida por el causante de una herencia se han convertido en motivos de una nueva realidad que ha venido de la mano de la crisis: el aumento del número de renuncias a herencias, que se ha disparado en los últimos ocho años desde que allá por 2007 comenzara a dejarse notar la actual coyuntura económica.
En concreto, en 2014 se produjeron un total de 34.320 renuncias, lo que supone más del triple de las que se llevaron a cabo en 2007, que ascendieron a 11.048. Sin embargo, el número de herencias se mantiene en los niveles de hace ocho años, situándose el año pasado en 359.244. Ello se traduce en que “la tendencia en el número de renuncias es claramente ascendente”, incrementándose entre 2007 y 2014 en un 209 por ciento, un 19 por ciento más que el ejercicio anterior.
Son algunos de los datos que pueden extraerse del ‘Observatorio notarial de la realidad socioeconómica de los españoles’, que publicó esta semana por primera vez el Consejo General del Notariado. El informe repasa en él las funciones de este sector, así como la evolución de cada uno de los trámites que de ellos dependen, como poderes notariales e instrumentos de protección de la persona, los testamentos, las herencias, los contratos por razón del matrimonio (separación de bienes o régimen de gananciales), la compraventa de vivienda o la constitución de sociedades.
Carga hipotecaria
Según el Notariado, muchos de los rechazos a herencias tienen que ver con el hecho de heredar bienes inmuebles estaban sujetos a préstamos hipotecarios u otro tipo de cargas o avales. Así, el problema es que cuando se acepta una herencia se asume también la deuda del fallecido, de modo que si no hay suficiente para cubrir esos pagos con los activos, la ley permite actuar contra el patrimonio del beneficiario o del conjunto de herederos.
Antes de la crisis el problema tenía fácil solución: el boom inmobiliario permitía poner a la venta los activos, pagar a los acreedores y a la vez recibir el resto que quedaba de la herencia. Pero la caída del valor de los inmuebles desde el inicio de la crisis ha dado la vuelta a esa realidad.
También en materia de inmuebles, no sólo el Impuesto sobre Sucesiones se convierte en detonante de muchas renuncias, sino también la llamada plusvalía municipal (menos conocida como Impuesto sobre el Incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana), un tributo municipal que grava el incremento de valor del terreno incluso aunque no exista ganancia alguna. El impuesto se calcula en función del valor catastral en el momento del devengo y asignándole una revalorización en función de los años transcurridos desde la anterior compraventa, sin tener en cuenta variables como la diferencia entre el precio de compra y el de venta.
Por todo ello, el informe destaca el “gran incremento» de renuncias que se ha producido en los últimos años, y recuerda que existe una vía intermedia: «Se puede aceptar la herencia a beneficio de inventario y responder sólo con lo que herede y nunca con el patrimonio personal».
Concesión de hipotecas
Por otra parte, las cifras sobre la concesión de hipotecas también muestran los efectos de la crisis, con un descenso acumulado del 73 por ciento desde 2007, aunque también reflejan un repunte en el último año. De esta manera, en 2014 se concedieron 137.878 nuevos préstamos para adquirir una vivienda, un 43 por ciento más con respecto a las concesiones que se produjeron en 2013.
«El mercado hipotecario ha sido parejo a la drástica caída y posterior estabilización del sector inmobiliario», señala el informe. En cuanto al precio medio de los préstamos, el documento indica que se ha estabilizado en los últimos dos años, pero ha bajado un 30 por ciento desde 2007.
En lo que al mercado inmobiliario se refiere, la compraventa de viviendas registró 364.601 operaciones en 2014, un 19 por ciento más que el año anterior. El 80 por ciento de estos domicilios fueron pisos. El resto se trataba de casas unifamiliares.